domingo, 22 de julio de 2012

Apuntes sobre la Libertad IX


            “Mi libertad termina donde empieza la de los demás”. Frase repetida preocupantemente hasta el hartazgo. Es la expresión más acabada del liberalismo. Propiedad privada y libertad de mercado. Es avalar la existencia de esa ficción llamada individuo, como si pudiésemos ser islas incomunicadas. Gran invento que derribo, o al menos eso creo, en mi “Esbozo para una Antropología InExistencial”.
Vivimos en un mundo escandalosamente inequitativo, injusto y desigual. El neoliberalismo, está harto demostrado, es un sistema de acumulación y concentración de la riqueza, a la vez que genera desigualdad y expulsión. Son cada vez menos los que tienen más, y cada vez más, mientras que son cada vez más los que tienen menos, y cada vez menos.  Esta desigualdad de oportunidades impacta fuertemente en el sentido de la libertad en la sociedad actual. Y como sucede en “Minority Report”, maravillosamente traducida como “Sentencia previa”, ya sabemos de antemano quienes serán los condenados.
La frase que encabeza este apartado debiera cambiarse, o al menos eso propongo, por otra que diga: “mi libertad solamente tiene sentido, solamente es libertad, solamente comienza cuando empieza también la libertad del otro”. Es una de las grandes enseñanzas que nos dejó Paulo Freire: nunca seremos libres solos y sólo seremos libres juntos. Mi libertad se potencia en la medida en que el otro también es más libre. No somos islas. Somos seres sociales, de convivencia. Nadie es sin los otros y, menos, libre de los otros. Todos estamos llamados a ser libres para los otros y con los otros. Como dijo el Che Guevara: “solamente seré verdaderamente libre cuando el último hombre haya conquistado también su libertad”.

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